martes, 27 de abril de 2010

Trece Lunas



Descalza en la ventana donde el cielo se asoma. Donde los pájaros también son azules.
Paro y escribo. No en la muñeca. No en las paredes. Ni en los cuerpos.

Una hormiga marca su senda en mi espalda. Ser azul, como los pájaros.

La voz es otra distinta, parece no pertenecernos. Nos asusta.

-Me dijo él con la voz de otra garganta-.
Pero no es más que la misma voz que nos mira desde el fondo. Se exhuma. Busca a la Luna.

Y sopla.

El cielo sigue astillado de estrellas y *me creo de papel de pico a cola.

El viento.

Y sigue mi puño con su letra.

Nos miden. Nos miran. 12/60

-12 meses/60 segundos al día-.

Círculos. Solo números concéntricos en el calendario. Y el Otoño inmóvil sobre él –que se me caen las uñas, al tiempo que sus hojas en mis zapatos-.

Sus hojas. Mis días.

Lunática, exhumada. Descalza. Me he propuesto encontrar las trece lunas. Y ensuciar mis manos de tierra. Como las de mi padre. -Agricultor a los trece-. De la tierra -de la vida-.

Y ensuciarme en general. Primitiva sin remedio.

Alimentarme de vosotr*s. -Los últimos primates entristecid*s que de nuevo están aprendiendo a amar a sus semejantes-


*(Como dice Sofía Castañón en Animales Interiores).




2 comentarios:

  1. Lunas perdidas como los céntimos de nuestros bolsillos, lunas que existen pero nadie las ve...

    Saludos y un abrazo!

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  2. Toda la tierra busca la luna, pero solo ese puño y letra tuyo parece encontrarla.
    Besos

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