lunes, 5 de diciembre de 2011

en nombre del amor
















Suzanna Hamilton en la Película de 1984




-Oye, cuantos más hombres hayas tenido más te quiero yo. ¿Lo comprendes?
-Sí, perfectamente.
-Odio la pureza, odio la bondad. No quiero que exista ninguna virtud en ninguna parte. Quiero que todo el mundo esté corrompido hasta los huesos.
-Pues bien, debo irte bien, cariño. Estoy corrompida hasta los huesos.
-¿Te gusta hacer esto? No quiero decir simplemente yo, me refiero a la cosa en si.
-Lo adoro.

(1984, George Orwell) 




es imposible pronunciar amor 
en esas grandes peceras
mientras aplastamos la nariz 
contra el cristal de un mundo sumergido
y un verdugo nos observa desde la superficie

vuestros cuentos infantiles
son el alimento para peces muertos

Son las doce de la mañana entre piernas ajenas
en una habitación clandestina
tratamos la cura de nuestra herida originaria
he corrido toda la noche
por las calles prohibidas de Ciudad Apocalipsis
entre los vómitos que dejaron 
el whisky y la nostalgia en el asfalto
encontré las flores amputadas
del jardín de las Delicias
que respiran muerte en las aceras,
y odian y agonizan y aman

apretarse fuerte para no dejarse ir en el asfalto
¿cómo puede ser el amor en éste Estado de Supervivencia?

sentir un punzón en el bazo
y una lengua en la lengua
que por azar o por fatalidad
se unen a las filas de la Guerra
contra el Horror Vacui de la Humanidad
y a partir de ahí se nos cose
un punto de sutura en la Coraza

y el vacío persiguiéndonos
en ésta carretera de cera
que nos dirige hacia la Sabana o el Desierto
soñamos, soñamos con estaciones templadas
pero sabemos que lo único que podemos hacer
es arder
y de repente un día nos descubrimos amando
en éstos Tiempos en los que se trafica con almas
por productos desechables
mientras miramos por el espejo retrovisor
por si alguien nos sigue
 
apretamos fuerte el acelerador
y gritamos como jauría hambrienta


¡a mí el vacío!
¡a mí los ojos del mundo!
(¡no hay dolor!, ¡no hay dolor!, ¡no hay dolor!, 
¡no hay dolor!, ¡no hay dolor!, ¡no hay dolor!,...)

No me sigáis, quizá sea un pez suicida
o tenga demasiadas agallas para respirar aquí dentro
incendié la pecera
en nombre del amor

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